Cuánta historia guardan las haciendas y más, si se levantan en un Pueblo Mágico, a las faldas de un volcán, como la que hoy nos ocupa. Hace poco conocí Santo Cristo, en Atlixco, Puebla, cerca del Popocatépetl. Es un lugar tan único que quiero contarles todos los detalles.

El paso de los años deja huella y también, encanto. Por eso, las haciendas son de los lugares favoritos para dar el sí. Con su sola presencia no hace falta tanta decoración: presumen una belleza incomparable. El caso de Santo Cristo me parece muy particular porque es también un hotel y ofrece lo mejor de dos mundos: algunas habitaciones están perfectamente acondicionadas en el casco antiguo y otras, en una zona moderna recién inaugurada.

Yo me hospedé en las nuevas y están muy cómodas. Son espaciosas y tienen una linda vista a los jardines. Las amenidades son de lujo y cada detalle de la decoración está finamente cuidado. En total son 18 habitaciones y 6 suites: 2 dobles, 1 máster, 2 de autor y una presidencial con jacuzzi en la terraza. También hay 4 bungalows dobles privados, divinos. El interiorismo contempla paredes de piedra que mantienen la esencia del lugar.

Para dar el sí
La Hacienda Santo Cristo está a poco más de dos horas de la ciudad de México. Eso la convierte, de entrada, en un lugar ideal para una boda de destino de quienes no quieren casarse en la capital pero tampoco, irse tan lejos de casa. Con el número de habitaciones disponibles podrás hospedar a tus más cercanos ahí mismo.

Su historia se remonta a 1580 y el inmueble está catalogado y protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Durante varios años estuvo abandonada y en 2018 se inició una remodelación de tres años en la que se respetó su aspecto original, logrando convertirse en lo que es ahora: uno de los hoteles más acogedores de Puebla.

Algo que me parece un plus para los novios es que el jardín central de la hacienda tiene una carpa fija con capacidad para 400 personas -rentar una es bastante costoso-. Además, cuenta con todo lo necesario para que los novios y su wedding planner monten la decoración que deseen. También hay un salón y otros venues muy lindos para dar el sí.
Oferta gastronómica
Tuve la dicha de ir a la Hacienda Santo Cristo en septiembre, por lo que disfruté de uno de los platillos que ha hecho famosa su cocina: el chile en nogada. Pero sin importar en qué época del año la visites, aquí se come delicioso. El chef Christopher Mendoza y su equipo le hacen un homenaje a la comida mexicana en cada platillo, con ingredientes frescos de la región. Y un tip extra: el pan se hornea en casa y es glorioso.

Desayunar con los invitados el día posterior a tu boda en el Comedor La Troje es algo que no te debes perder. Es uno de los dos restaurantes que tiene la propiedad. Se ubica muy cerca de la carpa y del casco de la hacienda. Ya sea al interior y en la terraza que mira al jardín, es un infaltable.

En la parte recién inaugurada del hotel abrió sus puertas el restaurante Madre Tierra. Con un concepto gastronómico holístico, ofrece alternativas saludables y muy ricas, dicho sea de paso.
Y un tip más: cuando lleguen al hotel encontrarán una cafetería en el lobby. Todo es exquisito y resulta ideal para tomar algo antes de salir a explorar Atlixco y sus alrededores. Sirven el Café Tres Gallos que se produce al norte de Puebla y Veracruz. También ofrecen pan recién horneado, mermeladas caseras, quesos locales, mieles y otras delicias para llevar a casa.
Relax para el alma
Sin importar el plan en el que vayas a Hacienda Santo Cristo, reserva en el spa. De hecho el hotel está tan cerca de la ciudad y tiene una vibra tan relajante, que funciona perfectamente para escapadas románticas o de desconexión. El Spa Agua Viva tiene espacios muy lindos, masajes de primer nivel y ¡hasta un temazcal!

Además, hacen meditaciones y clases de yoga, que generalmente se ofrecen en el laberinto medieval que se ubica en la parte nueva de la propiedad.

La alberca es una gozada. Además de que es muy fotogénica, su agua y la del jacuzzi cuenta con temperatura regulada.
La Hacienda Santo Cristo es un lugar que bien vale la pena disfrutar. Resulta una mezcla magistral de su legado con la modernidad que todo sibarita busca. Esto último, gracias a su área recién inaugurada. Se come rico y se pasa genial. ¿Qué más se puede pedir? En mi caso, sólo volver una y otra vez.
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