Hay un conjunto de síntomas y comportamientos que caracterizan a ciertas personas, y que tienen la creencia de que su éxito (de cualquier tipo que este sea), se debe a factores ajenos a sí mismo, y no en realidad, a sus propios méritos. En consecuencia, surgen pensamientos creyendo que otras personas los van a descubrir.
La persona afectada con este síndrome vive constantemente sintiendo que no está a la altura, que sus logros en realidad no son tan valiosos, que no tiene las capacidades o no es lo suficientemente buena. Sin embargo, algo particular e incluso paradójico de este padecimiento, es que, en la realidad, el mundo externo le dice o le muestra lo contrario, es decir, reconocen su valía. Esta forma de sentir termina por ser muy desgastante. Provoca síntomas como ansiedad, culpa y una autoexigencia elevada.
La psicoterapeuta psicoanalítica Paola Sáenz asegura que las personas que padecen este síndrome provienen de familias con diversas características, por ejemplo, la presencia de figuras importantes y de autoridad como los padres, en el que el nivel de exigencia era tan alto que daba la impresión de nunca poder alcanzar las expectativas. Además, actitudes que hacían sentir que nada les llenaba, desaprobaciones constantes, comparaciones, devaluaciones y una escasez de reconocimiento de los logros de sus hijos.
¿Cómo hacer para combatir este síndrome?
- Aprende a decir gracias, aunque no te la creas, aunque la mente te diga mil cosas en contra.
- Date la oportunidad de sentir amor, cariño y abraza los cumplidos.
- Recuerda que no eres tus éxitos, no eres tu físico, no eres tus errores. Haz un ejercicio de análisis, honestidad y conciencia personal para responderte lo siguiente: ¿Qué es lo que te hace valorar a otros? ¿Dónde depositas tu éxito? Y posteriormente, haz una lista de lo que te hace ser y sentir valioso.
- Hay mucho por desaprender, y un ejemplo de ello son las ideas erróneas que tienes de ti mismo. Pon atención a tus pensamientos cuando te estén llevando a lugares obscuros o que no te enaltecen, que te hagan compararte con otros, a minimizar tus acciones, a hacerte sentir ansioso, etc. Tú no eres tus pensamientos, observa con mayor objetividad y analiza más y mejor la realidad.
- Aunque le duela al ego, reconoce que eres humano y que, por lo tanto, no eres perfecto. Habrá cosas que no podrás resolver tal cual a ti te hubiera gustado. Sin embargo, utiliza esos momentos para apoyarte en otros, encuentra contención con gente de tu confianza, echa una mirada a tu interior para conocerte mejor en esos instantes de incomodidad. Los errores no condicionan tus aciertos, pero sí te ayudan a aprender.
- Date la oportunidad de arriesgarte, más vale hacerlo y accionar que limitarte y frustrar tus deseos. Mereces crear, planear, hacer, decir que sí, mereces dinero, amor, paz, éxitos, elogios, todo lo bueno del mundo, es cuestión de que te lo creas.
- Grábatelo: tú eres quien se tiene que aprobar, tú eres tu público número 1, tú eres tu camino, tú tienes tu propio proceso y, por lo tanto, tú eres responsable de tu propio bienestar, de tu felicidad, de cumplir tus propios deseos y darte satisfacción. Deja de buscar en el afuera aprobación, reconócete, valídate.
- Por último, uno de los puntos más importantes, asiste a una psicoterapia. Es fundamental que a través de un acompañamiento comiences a trabajar en ti, en tus deseos, tus logros y tu merecimiento.
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